Museo Interactivo Araucanía
Museo Interactivo Araucanía
Comparte
Entender cómo funciona una cuenca con el tacto, reconocer a pájaros por sus cantos y probar a qué saben las flores son algunas de las experiencias sensoriales que buscan estimular el compromiso con el cuidado del medio ambiente.
Al lado del Lago Villarrica, en medio de una frondosa vegetación, con pájaros de diversas especies cantando alrededor, transcurre la experiencia al aire libre del Museo Interactivo Regional de Agroecología y Sustentabilidad (MIRAS), ubicado en el Complejo Interdisciplinario para el Desarrollo Sustentable Michel Durand Q. (CIDS) del Campus Villarrica de la Universidad Católica.

¿Qué MIRAS cuando ves?, es la primera pregunta del recorrido que busca educar acerca de la agroecología, la sustentabilidad y los ecosistemas de la cuenca. El museo empezó su marcha blanca el 15 de noviembre y cuenta con tours gratuitos, pero también se pueden realizar recorridos autoguiados.

Gonzalo Salazar, director del Centro UC de Desarrollo Local (Cedel UC), ubicado en el CIDS, cuenta que ‘el MIRAS es uno de los proyectos que estamos realizando en ciencia pública; lo que hicimos fue aplicar el conocimiento de muchas de las investigaciones realizadas en el Cedel UC y las expresamos a través de este museo interactivo’.

‘Aquí tenemos una serie de estaciones que van relatando el quehacer de nuestro centro pero, al mismo tiempo, lo hacen de una manera interactiva donde los visitantes van aprendiendo de distintos aspectos lo que significa la agroecología y el concepto de sustentabilidad’, señala.

Cada estación, que viene con una descripción en mapudungun y español, aborda al menos una de las cinco líneas de desarrollo del museo interactivo: la cuenca y su energía, diversidad biológica, agricultura y alimentación, ciudadanía y diversidad cultural.

Según explica Martín Bascopé, director del MIRAS y académico del Campus Villarrica de la UC, ‘el concepto principal que queremos que quede es el de la cuenca como un espacio en donde las interacciones entre humanos, flora y fauna no solamente suceden sino que son necesarias para la sustentabilidad’.

Caminos del agua

En la primera estación, una de las favoritas de los niños que visitan, menores y adultos se agrupan para sentir con las manos las grietas y líneas de una gran hoja de nalca en hormigón.

Al mojar la hoja con aspersores, se pueden observar los caminos que toma el agua, los cauces que se forman, dónde se acumula la sustancia y las secciones que quedan más secas. ‘Esto sirve para comprender que, de cierta forma, vivimos en una gran hoja de nalca, y permite ejemplificar el conflicto típico de la cuenca, aguas arriba y aguas abajo’, explica Bascopé.

Después de eso, se pasará a una estación, que aún no ha sido instalada, donde se podrá interactuar con mesas que representan los cinco principales ríos de la cuenca. ‘Aquí verán la consecuencia de la interacción humana con el entorno; por ejemplo, qué es lo que ocurriría con los caudales de los ríos si hay una salmonera o un monocultivo’, agrega.

Tras abordar la cuenca y su energía, y al agruparse en el puente de madera que bordea el humedal urbano al lado del lago, se pasa a intentar reconocer la diversidad biológica presente en el lugar a través de los sonidos. Lo primero que hay que hacer, instruye Bascopé, es cerrar los ojos y escuchar.

Después de algunas respuestas acertadas, otras erradas y una explicación de la importancia de la conservación de los humedales para la biodiversidad de aves, se llega a la parada de las esculturas anamórficas de animales, que aún se deben instalar.

Lo que sí ya es posible ver son las 58 especies de flora y fauna grabadas en madera, que sirven para reconocerlas por su figura y confirmar las respuestas a través de un código QR, en donde se despliega información sobre su estado de conservación, distribución y conocimiento local de cada especie.

Entonces, se pasa a la Huerta Agroecológica El Boldo y a la Sala de Sabores y Saberes, donde quienes visitan son alentados a usar sus sentidos: hasta se pueden probar las especies, para reconocer las plantas presentes. Entre ellas hay una hilera de plantas medicinales con más de 50 especies, además de lechugas, tomates, flores comestibles y frutillas.

En una de las actividades, los niños reciben una caja de huevos con 12 nombres y dibujos de plantas presentes en el área, y los invitan a encontrar las que corresponden, recolectando una hoja o flor, o les piden ordenar semillas por sus características.

‘Inspirados en el concepto Trafkintu en mapudungun, la idea es que la Sala de Sabores y Saberes y el huerto se transformen en un espacio en el que se intercambien semillas y conocimiento’, comenta el director.

Aquí los visitantes aprenden desde qué flores se pueden comer, a qué saben y hasta las distintas maneras para generar menos impacto en la tierra, como la técnica del acolchado usada para el suelo del huerto.

Tras el recorrido se llega a una tómbola de dos metros de altura, que será instalada esta semana, que contiene una infografía con un mapa de las emisiones de carbono según cada sector industrial.

‘El mensaje aquí es reconocer que el problema de la sustentabilidad es grande y es muy difícil de enfrentar. Sin embargo, la tómbola se gira y aparecen compromisos con la sustentabilidad, tales como separar la basura, cuidar el agua o pertenecer a alguna agrupación afín’, cuenta Bascopé.

Si el visitante decide comprometerse, puede meter una ficha a la tómbola, que tiene un centro transparente, que se irá llenando a medida que se sumen más personas. Bascopé asegura que ‘cada compromiso con el desarrollo sustentable quedará registrado en la tómbola, y la idea es que vaya incrementando a medida que las personas visiten el museo’.

Recuadro

Kimeluwün

Al terminar el recorrido del Museo Interactivo Regional de Agroecología y Sustentabilidad, los visitantes, a través de un cartel, son invitados a visitar el Museo Leandro Penchulef. ‘La exposición se llama Kimeluwün, invita a dialogar y compartir elementos y enseñanzas de la cultura mapuche’, explica su directora Mariela Cariman.

El tour consiste en un recorrido fotográfico con descripciones en mapudungun que permiten entender la colección en exhibición: líticos, gredas, platerías, cesterías, textiles de fines del siglo XIX y principios del siglo XX. La reinauguración de la sala fue postergada por la contingencia nacional hasta el próximo año.

A través de la educación y otras herramientas, de aquí a 2030 se espera asegurar que todos los alumnos adquieran los conocimientos teóricos y prácticos para promover el desarrollo sostenible.

Los 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) son un llamado de Naciones Unidas a los gobiernos, las empresas y la sociedad civil para erradicar la pobreza, proteger el planeta y asegurar la prosperidad para todos al año 2030.

Fuente: El Mercurio

Últimas Noticias