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El alto costo y la falta de personal capacitado limitarían el uso de los drones en el agro. Sin embargo, demuestran alta eficiencia en la aplicación de fitosanitarios, especialmente en terrenos complejos.

Desde su masificación en el país, los drones se han convertido en herramientas atractivas para los agricultores. Sin embargo, si bien se comenzaron a usar como una alternativa para facilitar la captura de imágenes aéreas de alta calidad, su alto costo y la falta de personal capacitado en interpretar la información han frenado su masificación.

Pese a las críticas, sus promotores aseguran que solo es cuestión de tiempo para que los drones se transformen en herramientas indispensables en el agro. Por ahora, sostienen, la idea es seguir aumentando los usos, como por ejemplo, con los complementos correctos, podrían servir para contar fruta y hacer estimaciones, detectar tempranamente plagas y enfermedades -con filtros espectrales- así como la presencia de malezas o determinar niveles de estrés hídrico.

“La utilización de drones puede reemplazar perfectamente a los inspectores de campo, ya que vienen a mejorar el control de visualización y seguimiento en los predios” asegura Stanley Best, director del Programa Agricultura de Precisión del INIA.

Es en la aplicación de fitosanitarios donde más se están usando. Si bien un equipo de estas características requiere entre 10 y 15 minutos para aplicar los productos a una hectárea, debe parar periódicamente para recargar baterías y rellenar su estanque.

“Desde esa perspectiva, a la mayoría de los drones que andan dando vuelta todavía les falta. El mercado está muy verde y mientras no haya un tema de mejor desarrollo en lo que es capacidad de vuelo, va a ser un poco complejo”, señala Stanley Best.

Por ello, hoy, las empresas han desarrollado sistemas que permiten mejorar los tiempos de recarga, con estanques removibles (o tipo cassette), los cuales -al estar llenos y listos para el recambio- permiten reducirla en hasta 2 minutos. Otro ahorro de tiempo se produce si se cuenta con varias baterías cargadas, que evitan tener que esperar por recargas.

Otro punto es la capacidad del estanque que tienen estos dispositivos (10 a 15 litros), lo que genera que el proceso pierda eficiencia.

En la actualidad existen equipos capaces de llevar a cabo aplicaciones eficientes, como uno de manera remota que trata anualmente 2,4 millones de acres en Japón y cuyo costo aproximado es de US$ 100.000, aunque en Chile ya existe uno similar.

BUENOS RESULTADOS

Donde los drones aplicadores han demostrado ser más eficientes es en terrenos de difícil acceso, como una ladera o un paño de tierra con topografía accidentada.

Vicente Peña, asesor en pulverización y fundador de Maqspray, explica que diversas evaluaciones han demostrado que en esos terrenos los drones alcanzan mejores resultados que los sistemas tradicionales.

Así, por ejemplo, las aplicaciones claves en paltos se realizan a través de helicópteros, que avanzan a una altura distante del objetivo y trabajan con gotas cargadas electroestáticamente.

“En varias ocasiones nos ha tocado ver pulverizaciones poco eficientes, donde un porcentaje importante se evapora camino al objetivo, debido a la alta carga electrostática y a la velocidad del viento y altura de la aplicación. Así, lo que finalmente llega al árbol son las gotas más gruesas, lo que a su vez deriva en una baja cobertura, que se radica solo en la copa del objetivo”, señala Peña.

Esto no sucede con los drones optimizados para estas tareas ya que pulverizan desde una distancia más cercana -a unos 2 metros de la copa del árbol- y a una menor velocidad, con lo que se consigue una mejor cobertura.

Para el especialista, los drones, además, son una herramienta interesante cuando se deben llevar a cabo aplicaciones en cultivos con estados fenológicos avanzados o luego de eventos determinados, como puede ser una lluvia.

“En estos casos, donde no se puede entrar con un tractor y una pulverizadora tradicional, debido a que se puede dañar parte de la producción, los drones son una muy buena alternativa”, asegura Peña.

Otro escenario en el que el uso de drones mejora el resultado de las labores de aplicación es en hortalizas. Y es que en este rubro los productos suelen ser pulverizados sin asistencia de aire (barras hidráulicas), lo que genera que estos llegan a todos los puntos deseados dada la alta densidad foliar.

“Esto hace retomar la mala práctica de aumentar el volumen de agua por hectárea, lo que se traduce en un mayor consumo de agroquímicos, combustible y jornadas más extensas”, enfatiza.

Pero quizás uno de los grandes escollos con los que se ha encontrado la opción de realizar aplicaciones a través de drones, es su costo, el cual es mayor que el que evidencia el uso de una pulverizadora tradicional.

“Si hoy se quisiera reemplazar la pulverizadora con el dron, no hay ninguna posibilidad”, advierte Stanley Best.

Fuente: Revista del Campo

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